Aunque no seas agricultor o un aficionado a las plantas, si te mueves en el mundo del marketing, el emprendimiento y los negocios seguro que conoces la historia del bambú japonés y su crecimiento.
Por si acaso no estás al tanto, es una metáfora muy utilizada, (ya casi rozando lo trillado) en ciertos ecosistemas profesionales.
En resumen, cuenta la historia de que, una vez que siembras la semilla del bambú bajo tierra, debes regarla, día tras día, durante unos 7 años sin que ésta brote hacia fuera, es decir, sin que puedas ver resultados.
Transcurrido ese tiempo, si todo va bien, el bambú crece hacia fuera y puede alcanzar unos 30 metros en unas 6 semanas. Vamos, podría decirse que el boom del crecimiento del bambú está casi a la par del de la planta del cuento de Jack y las habichuelas mágicas.
Pero, sin desviarnos de lo que nos interesa, ¿por qué esta historia se considera una lección que todo aquel que desee emprender, vender y que su negocio funcione debe conocer? ¿Qué es lo que podemos aprender con ella?
Lo que casi todo el mundo te cuenta, y, en parte, razón no les falta, es que de esta historia debes quedarte con que las cosas no se consiguen de un día para otro y que, seguir el camino de la constancia es siempre la mejor opción, aunque no la más corta ni sencilla.
Sin embargo, casi siempre se olvidan de hablarte de los demás mensajes que subyacen con esta historia y que son tan importantes o incluso más que el anterior.
Entonces, ¿Qué debes aprender de la historia del bambú y aplicarlo a tu negocio?
Sigue leyendo y descubre qué es lo que no te cuentan de esta historia y deberías conocer (y aplicar).
1. No es una historia de crecimiento lento
Realmente, este es el mensaje más extendido y repetido a la hora de utilizar esta metáfora, pero también uno de los más engañosos.
No, la historia del bambú japonés no va del crecimiento lento, sino que:
- Se crece de dentro hacia fuera
- Se crece primero enraizándote, luego desarrollándote de forma interna para finalmente ser visible y explotar tu crecimiento hacia fuera, es decir, siendo visible para los demás.
¿Cómo debes aplicar esto a tu negocio?
Vete por etapas
Primero debemos cuidar el funcionamiento interno de nuestra marca antes de mostrarla a los demás.
Debemos ser minuciosos, concienzudos mimar los detalles y establecer una estrategia marketing 360 grados.
Enraíza tu negocio creando una identidad de marca sólida, única y original que le ofrezca a tu cliente una experiencia de marca positiva que logre que se sienta “como en casa” y que, esté deseando repetir contigo.
Para todo esto, el primer paso es conocer muy bien a tu target: investigarlo, entender sus miedos, comprender y solventar sus dudas y ser capaz de satisfacer sus deseos.
Luego toca mimar cada detalle y diferenciarte de tu competencia.
El crecimiento es gradual, pero el ritmo de esa gradualidad tú no lo marcas
¿Te has lanzado a hacer un negocio por fin? ¿te has atrevido a darle forma a ese proyecto que llevaba tanto tiempo rondando tu cabeza?
Vale, ya has dado el paso más importante, pero, seguramente, no el que más te acerque a la meta del éxito.
Hasta ver “brotes visibles” de tu esfuerzo y trabajo en tu negocio vas a tener que recorrer sí o sí un camino, de forma gradual, en el que, desgraciadamente, tu no marcas el ritmo.
El ritmo de crecimiento de un negocio no es matemático, ni se puede prever ni tampoco decidir, ya que, influyen miles de factor que nos pueden empujar hacia delante o hacia atrás como una ráfaga de viento.
Factores sociales, económicos o culturales influyen tanto directa como indirectamente en este camino que debemos recorrer.
2. No es una historia de paciencia sino de constancia
Muchos te dirán que debes ser paciente, pero yo te digo que eso es algo que ya debes dar por hecho.
Debes ser, sobre todo y ante cualquier cosa, constante, ya que, de poco o nada, sirve si inicias un negocio, y serenamente esperas que funcione si no das los pasos adecuados para ello.
Debes ser constante y firme en lo que haces, trazar un plan desde el inicio, construir la casa no desde el tejado o desde la segunda planta, ni tampoco desde el subsuelo, sino desde el plano de obra, que es donde se investiga todo.
Haz una investigación minuciosa de tu negocio, de tus clientes y no dejes ningún rincón sin cubrir ni ninguna duda sin disipar.
3. No es una historia de fe sino de certeza
Para recorrer este camino debes tener muy preparada tu mente para ello.
Esto no es una historia de fe, ya que, si tienes una fe exacerbada en que tu negocio funcionará, pero no andas los pasos adecuados, no servirá de nada.
Es mejor dar pequeños pasos, asegurarte investigando de qué % tienen de funcionar y adelante.
Poco a poco, sin pausa, pero sin prisa.
Y hasta aquí mi post de hoy.
La verdad es que ya hace mucho tiempo que quería escribir sobre la reflexión del bambú japonés, ya que, entender los aprendizajes que realmente subyacen de esta historia me sirvió para avanzar, mucho y de forma más firme en mi trabajo y en cualquiera de mis proyectos.
